Autor: Maestro Andreas

Autor: Maestro Andreas
Autor Maestro Andreas

miércoles, 14 de marzo de 2012

Capítulo LXXXV

Un emisario llevó a Pisa noticias del conde para Don Froilán.
En la carta, Nuño le contaba a su noble amigo lo ocurrido en Firenze, lamentando la muerte de Isaura y sus intenciones de reeducar a Lotario, así como el casual y afortunado hallazgo del joven Aniano.
Froilán sonrió con malicia al leer lo referente al capitán y se relamió de gusto respecto a lo que su amigo le decía en relación con el nuevo chico que se sumaba al harén del conde.
Es verdad que a Froilán ya le llegaba con los dos muchachos que lo servían y le daban gusto cuando necesitaba descargar sus bolas, cosa que ocurría más de una vez todos los días, pero, aún así, también era normal que con cierta frecuencia sintiese ganas de cambiar de montura para cabalgar o al menos trotar a lomos de otros potros. Y más si eran de tan buena raza y condición como los que conseguía poseer el conde.

Nuño también le anunciaba a su compañero de fatigas en la misión que tenían entre manos, que en un par de días estaría de camino hacia Pisa para continuar el viaje a Génova y rematar allí la embajada que les había encomendado el rey en tierras de Italia.

Froilán trasladó las noticias a todos los chavales y la alegría fue general al saber que el conde y los otros muchachos estaban bien y, al parecer, tenían un nuevo compañero para compartir con él sus juegos y quizás otras cuestiones que por el momento era prematuro aventurar. Para saber cual sería el destino de ese chico, tenían que conocer antes la voluntad y decisión al respecto de Nuño. Y por el momento sólo cabía una expectación ansiosa de conocerlo y ver si era tan bonito y gracioso como se decía en la misiva del conde.

Pero para los otros tres esclavos que estaban con Nuño, las virtudes de Aniano no eran solamente palabras escritas, sino realidad tangible y palpable en forma de cuerpo joven y bello, cubierto de piel rubia y una voz agradable que siempre sonaba alegre acompañando la risa de aquellos ojos tan verdes y claros que daba gusto mirarlos. Y cuando lo cató Nuño por primera vez, el crío se corrió sin que le tocasen el pito a la tercera embestida que le endiño por el culo. Pero eso le dio mas gusto al conde, porque al cerrarse el ano del chaval con las convulsiones de la eyaculación, su verga experimentó una agradable presión que la acarició y ordeñó por tiempo suficiente como para obligarle a vaciarse de inmediato con una copiosa emanación de leche que golpeó las tripas del mozo. El conde quedó tumbado sobre el muchacho y éste, por propia iniciativa, volvió la cabeza hacia el señor y lo besó en la boca con una fuerza e intención que sobrecogió a los otros rapaces. Y al despegarse de los labios de Nuño, Aniano le dijo: “Quiero servirte tan bien como ellos, mi amo... Enséñame para no acabar antes que tú lo desees”. “Claro que te enseñaré a eso y a otras muchas cosas más... Tu vida futura no tendrá nada que ver con la anterior y nunca volverán a abusar de ti ni a hacerte ningún daño. Ahora me perteneces como todos ellos y estás bajo mi protección”, le aseguró el conde.


Y al desmontar al chaval, Nuño le dijo a Guzmán: “Te encargo de la educación y formación de este precioso crío y procura que aprenda y aproveche el tiempo o os azotaré a los dos. Y tú, Carolo, pórtate generosamente con él y haz que te ame y te desee, porque quiero que lo cubras y fecundes habitualmente. Pero has de ser cariñoso y quererlo sinceramente para que te permita disfrutar con él... Y tú, Iñigo, ven aquí, que no quiero que pienses que otro rubio en mi cama te desplazará un milímetro de mi lado. Nadie conseguirá relegar al mancebo ni a ti en mi lecho, ni privaros de mi apetito por vosotros. Os amo demasiado y sois los dos muy hermosos para que os hagan sombra aunque no luzca el sol, porque los dos sois su luz y mi calor... Bésame y acuéstate a mi lado que el siguiente es para ti... Y luego os tocará también a vosotros dos. Sobre todo a ti, Guzmán, que tengo ganas de hacerte chillar como una zorra pillada en un cepo... Y más tarde le daré por el culo a Carolo al mismo tiempo que él le da a Aniano otra vez...Y hablando de cepos, antes de acostarme esta noche tendré que ver como va Lotario con el aprendizaje que le he impuesto. Pero eso será al final del día para darle más tiempo y que reflexione despacio lo que le conviene”.

Y el mancebo le preguntó a su amo: “Amo, estás seguro de lo que haces con el capitán?”.
“Muy seguro. Dale un día más y tú mismo podrás comprobarlo... Saldrá de ese cepo tan manso como una oveja”, respondió el conde. “Amo, el lobo aunque se vista de cordero no deja de ser una fiera. Eso todo cazador lo sabe”, aseguró el mancebo. Y Nuño contestó: “Es verdad, pero no si ya era un borrego cubierto con piel de lobo. Y me temo que ese es el caso de Lotario”. “Amo, tú sabrás porque conoces a los hombres mejor que yo... Pero no bajes la guardia ni un momento ni te fíes de falsos arrepentimientos... Tiene dientes y buenos colmillos y puede y sabe morder”, añadió Guzmán. “Lo tendré en cuenta, amado mío. Sé que también sabes distinguir la verdadera naturaleza humana y pocas cosas se escapan a tu sagacidad e intuición”, dijo Nuño mirando con amoroso orgullo a su esclavo predilecto.

Unos golpes en la puerta interrumpieron la conversación y entró un criado anunciando a su señor Don Girolano. El noble entró en la estancia y miró con algo de envida el ramillete de beldades masculinas que rodeaban a su invitado y dijo: “Mi querido y estimado conde, ha llegado el embajador de la Señoría. Y Don Vittore trae buenas noticias del gran Dogo, Don Reniero Zeno, respecto a nuestra causa para entronizar en el Sacro Imperio a Don Alfonso. Al parecer lar relaciones entre Venecia y Génova no son muy cordiales en los últimos tiempos, así que prefiere entrevistarse aquí con vos y no continuar su camino hacia Pisa ni menos aproximarse más a esa otra república... En cuanto descanse del viaje y esté presentable, solicita ser recibido por vos. Aunque yo os aconsejo que será mejor dejar las conversaciones para la cena. Ante la buena mesa los ánimos siempre están mejor dispuestos para entenderse”.
Nuño mostró su complacencia por la noticia y contestó: “Tenéis razón, amigo mío. En cuanto acabe las tareas y los placeres que tengo pendientes antes de esa hora, me reuniré con vos y el embajador de la república de Venecia. Siento que no esté Don Froilán, pero esa charla será muy beneficiosa para nuestros proyectos e intereses”.

Y volvió a quedar el conde con sus esclavos para continuar los juegos sexuales que les había mencionado antes de la interrupción. Y como animado de una nueva fuerza, fruto de la euforia dada por la buena nueva sobre el futuro prometedor de su encomienda y la presencia del embajador del Dux, el conde agarró con fuerza a Iñigo y se lo comió despacio a besos antes de sentarlo en la verga para darle una pletórica dosis de polla y leche. El culo y el vientre del chico ya lo necesitaba y su pasión fue reflejo del ansia de gozo que lo dominaba. Iñigo siempre se encendía como una tea con el fuego interior que notaba en sus tripas al ser penetrado por su amo. Se le aflojaba hasta el cerebro al sentir entrar esa verga en él y su esfínter palpitaba desde el momento en que era rozado por el turgente y caliente glande henchido de savia que se disponía a perforarle las entrañas. No cabía duda que al muchacho le gustaba mucho ser follado, pero más si se lo hacía el conde, puesto que le añadía un plus morboso que no lograba el otro muchacho que ahora también lo cataba. Eso no quería decir que no disfrutase con la polla de Carolo, puesto que le sabía acariciar y hasta arañar el recto con su cipote como para volverlo loco. Mas con el amo era otra cosa y su experiencia y buen hacer se notaba en cuanto metía la punta del capullo en el culo del esclavo. Y a Iñigo, como al resto de los otros chicos, se le deshacían los sesos sólo con pensar que iba a ser usado por su señor.

Las caritas y bocas babeantes de los esclavos que miraban el polvo que el amo le metía a Iñigo, reflejaban el grado de placer de la pareja en pleno coito y sus ganas de que les tocase el turno también. Y todos llevarían su parte de pastel, pues el amo estaba lleno de energía y sus cojones de semen para repartir generosamente entre ellos. De entrada ya permitió que a Guzmán se le hiciese la boca agua con la leche de Iñigo y a Carolo le dejó mamar la del mancebo, mientras Aniano lo ordeñaba a él con sus labios. Con eso, los otros ya tenía un anticipo de lo que obtendrían después directamente de su dueño.

Y luego el conde iría a parlamentar con Don Vittore y Don Girolano, su amable anfitrión. Más tarde y con calma, se ocuparía de Lotario otra vez.